jueves, 17 de junio de 2010

Víctima de la Marginalidad


Por Esaú González



Pénjamo


Jesús Bravo Medina tiene 3 años, su vida aún esta llena de ilusiones e incógnitas; una de ellas es ¿cuándo voy a caminar?. El niño del poblado de El Tlacuache en Pénjamo, presenta una “radiografía” difícil de ver por las pésimas condiciones que vive junto con su familia.


La falta de recursos ha impedido que le puedan cambiar una válvula que tiene en el cerebro y que le permite poder oxigenarlo, aunado a los problemas físicos con los que nació.


Aquí la situación es muy complicada, Jesús es un bebé que a pesar de tener una serie de dificultades que pudieran considerarse como “catastróficas”, muestra una sonrisa singular, habla como si tuviera una mayor edad que hace estremecerse a cualquier persona que lo escucha y ve su fortaleza de niño.


El menor nació con un padecimiento que le impide caminar, incluso moverse del cuello hacía abajo, además de presentar un problema en su cerebro que no lo prohibe que pueda hablar o desenvolverse “normalmente”, sino que por algunos lapsos le hace falta oxigeno.


Jesús, usualmente esta recostado en una cama en la que duerme en compañía de sus padres; a un costado dos de sus cinco hermanos descansan en un colchón, el resto lo hace en un piso de tierra.


La vivienda de “Chuchín” como lo llaman sus primos, esta elaborada con piedras, lodo y tejas, tiene un baño rústico, la cocina es de madera, no hay pisos de cemento, no cuentan con una televisión y hay poca ventilación.


En el mismo terreno habitan otras tres familias que se encuentran en las mismas condiciones. El bebé tiene llagas en su espalda, por que a veces puede pasar horas en una carriola que hace poco le fue regalada, mientras sus padres salen a vender molcajetes a fin de llevar algo que comer.


“Chuchín”, es cambiado de pañal sólo dos o tres veces en un día por que en su casa el dinero fluye poco, su ropa, alguna de ella o es muy grande o muy pequeña; podría decirse que alrededor el panorama es mejor, pero la realidad es que es igual.


José Concepción Bravo de aproximadamente 50 años, es padre de Jesús, él tiene que mantener a su familia por medio de la elaboración de molcajetes, apenas curso tres años de primaria, sin embargo ninguno de sus hijos sabe leer o escribir.


El penjamense mencionó que la vida le ha jugado duro, pero aún así esta contento por que tiene una familia en la que no hay viciosos, en la que hay pocas comodidades, pero mucho, mucho amor.


Otro de los integrantes de esta familia se llama Baltazar de 16 años; al preguntarle que había desayunado, dijo “sopa” y al hacerle el mismo cuestionamiento a la hora de la comida respondió lo mismo: sopa.


El adolescente no estudio, no ha encontrado trabajo, ni siquiera conoce otros municipios fuera de Pénjamo; a su corta edad, su musculatura es diferente a la de otros muchachos que tienen condiciones contrarias, la ropa que usa la cambia cada tres días para evitar un desgaste mayor.


Como Jesús cada uno de los integrantes en su hogar requieren algún tipo de apoyo. En el caso concreto del menor, necesita una válvula que cuesta tan sólo mil 500 pesos y que es necesario ser cambiada cada seis meses.


Además de ropa, pañales, una cama cómoda en la que pueda dormir y principalmente rehabilitación a través del apoyo económico para su traslado por que en su familia las condiciones de vida realmente son de alta marginalidad.


No tienen terreno


Tras conocer la historia de esta familia, la Presidenta del Dif, Marisol Pérez dijo que se les ha tratado de apoyar con la construcción de una casa, sin embargo el problema es que no tienen un terreno propio.


La encargada del Sistema Integral para la Familia, dijo que están buscando la posibilidad de donarles un terreno y la casa, pero además de buscar algunas personas que tengan la posibilidad de hacer que Chuchín camine, juegue y se desarrolle en un ambiente “normal”.




El Tlacuache es una comunidad situada a escasos 15 kilómetros de la cabecera municipal. Para llegar hasta aquí hay que tomar la carretera federal 90 rumbo a La Piedad Michoacán y posteriormente desviarse por la carretera conocida como La Herradura.


La vivienda de la familia Bravo Medina, vive a un costado de una vieja primaria y de acuerdo a lo previsto dentro de sus hogar, las necesidades primordiales para toda la familia es comida, pañales, ropa, zapatos y algunos muebles.

    

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