viernes, 27 de noviembre de 2009

Los Órganos se desarrollan a la mitad







Esaú González




Manuel Doblado, Guanajuato
Aquí todavía los venados son cazados, el agua se toma de los arroyos y el frío se calma con una taza de café calentada entre las brazas de una fogata que ha encendido Cristina Magaña al amanecer. En la mitad de Los Órganos no hay luz, agua, drenaje y teléfono; en el otro lado, la diferencia son las cobijas que les llegaron para mitigar el frío.
La comunidad se ubica en los terrenos dentro de la zona natural protegida Las Musas en Manuel Doblado, donde las temperaturas llegan a ser de menos 7 grados durante la madrugada en la temporada de invierno.
Aquí el ambiente es totalmente limpio; para llegar a Los Órganos hay que atravesar en dos puntos el río Colorado y pasar entre sabinos, escuchar el aullido de coyotes, el merodear de zopilotes y uno que otro faisán que se cruza al paso de los vehículos.
Cristina es madre de 13 hijos, vive sola desde hace 13 años, luego de que su esposo falleció al presentar un problema en el corazón y no ser atendido por que en el municipio no hay hospitales con servicio de urgencias.
La casa en la vive quedaron los recuerdos de algunos de sus familiares, con muñecas, camas, una estufa, un refrigerador, una grabadora y las imágenes de la virgen y Jesucristo como parte de los colores diarios que la hacen recordar que hace años tenía una familia.
Aunque no hay luz, ni gas, conserva algunos aparatos electrodomésticos por que “me los han regalado mis hijos cuando van al otro lado; el refrigerador tiene 10 años parado, nunca lo he visto funcionar”.
Afuera de la vivienda el cantar de algunos cenzontles que ha capturado y un horno de adobe conforman el enigmático escenario en la serranía de la comunidad.
Para llegar hasta ahí, la ex hacienda de Atotonilquillo por donde paso la ruta de Independencia hace 200 años resguarda a sus cercanías la realidad que se siente y vive en cada poblado que limita con Jalisco.
Los Órganos es un claro ejemplo de las promesas que han hecho algunos políticos, por que sólo hasta las primeras tres casas se instaló energía eléctrica, en el resto las velas y los fogones sirven para iluminar durante la noche.
Tuvieron que cerrar las puertas
José Luis Barrón Magaña y su esposa María Virginia Cabrera Alvarado, procrearon 4 hijos, la más pequeña apenas va al kinder, pero el más grande José Cruz de 14 años, ya no estudia por que en el poblado no hay secundaria, el nivel más alto es la primaria.
Las cinco de la mañana y se alistan para trabajar, José Luis va a buscar en la ciudad junto con su hijo, quien los ocupe en el campo, obras o como cargadores, en lo que pasa el invierno para regresarse nuevamente a los Estados Unidos como ilegal.
El dobladense al cuestionarle por que algunos de los pasos tenían grandes candados, dijo que era por que personas que no eran de la zona venían a cazar, detallando que hace unos días, encontraron muerto un venado en el camino que lleva a una presa.
“Vienen a cazar con retrocargas o armas largas y ni siquiera se comen lo que matan, sólo lo hacen por diversión” y añadió “cerramos una puerta para que no pasen en carros, nosotros tenemos prohibido cazar además esos animales, están muy bonitos”.
Al norte; su sueño
José Cruz hijo de José Luis, dijo soñar en irse a los Estados Unidos como su padre; ya no quiere estudiar por que dijo que en lo único que piensa es en trabajar para comprarse una camioneta y viajar.
Sin embargo aún es muy chico para pasar caminando por el desierto, pero según su papá “en dos años va a estar listo, por lo mientras que disfrute. El niño, es aficionado al club de fútbol, América, les gusta escuchar reguetón y hit hop y aún no tiene novia por que todavía no se quiere “casar”.
Experto Cocinero
Otro de los casos de la familia Barrón es del hogar conformado por Camilo, hermano de José Luis e hijo de Cristina. Él tiene 7 hijos que ha sabido mantener gracias a los recursos que envía a su casa cada que recibe su sueldo como cocinero en un restaurante de Ohio California.
La recesión económica y la temporada invernal ocasionaron que regresará a pasar la navidad en casa, pero en febrero cuando mejore el clima va a regresarse junto con dos de sus hijos a trabajar en el “país de los sueños”.
Al igual que en las historias presentadas con anterioridad el frío pudiera considerarse como el último problema por el que pasan los pobladores, pues la falta de servicios, extrema migración, carencia de instituciones de educación y trabajo, conllevan a que la sierra en el sur del Estado, sea un paraje idóneo al estancamiento social y demográfico de Guanajuato.

Los Órganos está situada en el municipio de Manuel Doblado, a espaldas de la comunidad Las Torrecillas, sobre la carretera hacia Arandas y forma parte de un espacio con naturaleza "viva", de tres mil 174 hectáreas de extensión.
La zona se caracteriza por la existencia de un bosque de galería compuesto principalmente por ahuehuetes en diferentes etapas de desarrollo y con alto grado de conservación, además de especies de animales en algunos casos en extinción.
    

Las Pomas o La cruda realidad




Esaú González


Pénjamo, Guanajuato


El aullido de los coyotes se escucha a lo lejos, María de los Remedios Ventura prende el fogón de su improvisada cocina. Alrededor otras cuatro familias hacen lo mismo; son las cinco de la mañana y en Las Pomas el trabajo está por comenzar.
En este poblado el frío es tan gélido que se pierde entre las necesidades básicas de tan sólo cinco hogares situados en la Sierra de Pénjamo. Las costumbres que se han arraigado de generación en generación han propiciado parte de su estancamiento.
Aquí el desarrollo no ha llegado: no hay luz, agua, drenaje, calles pavimentadas, teléfono, televisión u otro aditamento de la llamada civilización.
María Ventura es madre de una hija de 12 años que estudia la secundaria en un poblado vecino, a cinco kilómetros. Dice ser afortunada porque el gobierno le dio el material para construir una casa con dos cuartos y sala comedor.


Sin embargo, sólo tiene una cama para dormir junto a su hija al ser madre soltera; el resto de la vivienda esta vacía.
Es campesina, siembra maíz, frijol y cuida algunas vacas, aún trae puesta una gorra con el nombre de uno de los candidatos que fue de campaña para ganarse el voto, prometiéndoles un camino y energía eléctrica.
Y aunque a las cinco de la madrugada aún no sale el sol, en Las Pomas, la vida ya ha comenzado, todos están levantados. María, prepara el desayuno a su hija, una gordita de maíz y un vaso con café.
En la cena del día anterior comieron frijoles y la misma bebida, su alimento durante las tres comidas del día.
Compró una camioneta
José Isabel Ventura, hermano de María, también es campesino, tiene 43 años, apenas cursó la primaria, tiene dos hijos; cómo su padre, la tradición es irse a trabajar a Estados Unidos, la última vez que pasó, fue hace tres años, hoy dice, ya no necesita pagarse "coyotes", "ya me sé el camino, me lo enseñó mi papá", refiere.
Sin embargo José ya no ha vuelta cruzar la frontera, en sus tres últimos intentos lo detuvieron, en uno de ellos fue asaltado, por fortuna, en sus aventuras y producto de su trabajo, logró comprar un terreno en la zona urbana de Pénjamo y una camioneta con la que transporta sus productos.
Con velas
Luis Enrique Ventura Salazar tiene 15 años, pero su aspecto es el de un niño de 11. Por la madrugada se alistaba para ir a la secundaria en el mismo poblado que estudia la hija de María.
En el interior de una cocina elaborada con tejas y adobe, una de sus hermanas y una tía molían maíz para hacerle unas tortillas y calentarle un plato con frijoles.


Ahí apenas se alcanzaban a ver las siluetas alumbradas por veladoras.
Aquí habitan las personas más viejas de la comunidad, aún con costumbres machistas, tienen el concepto de que las mujeres se deben dedicar a la cocina, si estudian, sólo debe ser para aprender a leer y cuando tengan tiempos libres tienen que ayudar en el campo.
No tengo frío
Nadie en Las Pomas se queja del frío, como Margarita, de 25 años, estudió la primaria, igual que todos en la comunidad, es la segunda de nueve hermanos. Para cubrirse del frío apenas vestía un pants, una gorra de un partido político y una blusa derruida.
Se le preguntó, ¿Tienes frío?, "sólo en las manos, siento que se congelan" y añadió "voy a ir por leña al cerro como los hombres, porque mi abuelo no nos deja salir porque piensa que nos van a robar".
Es aficionada al grupo Kapaz de la Sierra, rara vez va a un baile, su sueño es casarse.





LOS NIÑOS DEL KÍNDER
En tanto, los "cuates" Carlos y Eduardo, pidieron para navidad, unos zapatos y un balón, ellos estudian en el kínder, tampoco están bien cubiertos del frío, sin embargo, la comida para ellos sería mas profusa: sopa de fideo y arroz, "por que quiero que vayan bien alimentados", dijo su madre, que también hace el papel de padre de familia, dijo que estaba lista para caminar cargando unas bolsas con nopales o xoconoxtle para venderlos y traer dinero a su casa situada en la zona a la que no llegaron cobijas, chocolates y el desarrollo.


ÉNFASIS
Las Pomas se ubica en la sierra de Pénjamo, a 20 kilómetros de la zona urbana. No tiene luz, agua, drenaje, calles pavimentadas, teléfono ni televisión. Cuenta con 40 habitantes, todos son familia y se apellidan Ventura. Cuentan con una escuela y un kínder al que asisten 20 niños. La secundaria y el bachillerato están a 5 kilóme-tros de distancia, hasta ellos sólo se llega caminando.